La concentración de la propiedad de medios de comunicación es un fenómeno cada vez más extendido en América Latina y del que poco se habla en la agenda pública. Actualmente dicha tendencia se avizora irreversible, lo cual constituye un problema fundamental, debido a que dicha concentración atenta contra los valores esenciales que el sistema democrático debe preservar: la pluralidad, el respeto por la diversidad, la libertad e igualdad al acceso a la información de calidad. El escenario regional se torna complejo, grupos mediáticos como Globo en Brasil; Edwards en Chile; El Comercio en Perú; Clarín en Argentina, y Televisa en México son casos muy representativos y evidencian esta proclividad regional.
Los medios de comunicación no solo cumplen el rol de canalizar la información hacia la ciudadanía, son ellos los que, a través de sus contenidos, configuran la realidad, construyen sentido, forjan la agenda pública, gestan el modelo de un sujeto social y reproducen ideología: expresan una visión del mundo. Asimismo, diseminan y refuerzan creencias dominantes y costumbres, promueven opiniones de unos sectores sociales y políticos en detrimento de otros, tienen injerencia en la construcción de identidades y valores, influyen en la reproducción de desigualdades y asimetrías, y desde algunos grupos se promueve la desinformación mediante las fake news.
Por ello, resulta relevante poner atención en qué es lo que ocurre en este ámbito y cómo las dinámicas económicas dentro de este inciden en la calidad y en el contenido informativo que es recibido por la ciudadanía.
Las causas
América Latina es la región con los niveles más altos de concentración de la propiedad de medios de comunicación en el mundo. La naturaleza comercial-financiera con la que se han gestionado estos desde mediados del siglo XX, la escasa regulación estatal en este ámbito y la gran presencia de las empresas de telecomunicaciones y de otros holdings de inversiones diversificadas en el control de los medios de comunicación son las principales causas de este escenario.
En primer lugar, el carácter comercial-financiero, el diseño de un modelo negocio centrado en la venta de publicidad, ha hecho posible que los medios no solo busquen el control horizontal del sector —el dominio del mercado y el abaratamiento de costos mediante economías de escala—, sino también el control vertical a través de su presencia en toda la cadena de valor: producción, distribución y difusión. Eliminar la competencia y dar el salto multimediático han sido los objetivos de los empresarios de la comunicación.
Con ello, un solo grupo comunicacional puede reunir distintos tipos de plataformas mediáticas y actuar en diferentes mercados simultáneamente. Se gesta entonces la llamada propiedad cruzada y se configura una posición de dominio frente a los anunciantes. Esto convierte a los grandes conglomerados en entidades con gran influencia política.
En segundo lugar, la laxa legislación antimonopólica y la anuencia de los gobiernos ha permitido que, a través de fusiones y adquisiciones no reguladas, las empresas de comunicación puedan constituir un mercado concentrado. Si bien la concentración obedece a una racionalidad propia del proceso de acumulación capitalista, son los Estados, a través de la legislación, los que deben velar por la libre competencia. Cuando un mercado se halla dominado por un solo agente, se pierden los incentivos para que nuevos actores ingresen.
En los años 70’s, muchos países latinoamericanos se hallaban gobernados por regímenes militares y las familias propietarias de medios de comunicación establecieron lazos de alianza tácita con estos con la finalidad de expandir sus negocios.
En tercer lugar, en América Latina ha tenido lugar un proceso de convergencia digital. Las empresas de telecomunicaciones e internet han absorbido a los medios de comunicación pertenecientes a familias históricamente poderosas. La misma lógica de acumulación ha permitido que los grupos mediáticos ostenten posiciones dominantes en otras áreas del mercado de forma simultánea.
Este reposicionamiento tiene como consecuencia la centralización geográfica de los contenidos. Los grandes centros urbanos son los lugares donde la mayor cantidad de información es producida. La realidad es representada desde lo urbano, la capitalino y lo cosmopolita. Entonces, los contenidos se uniformizan, se estandarizan y la agenda mediática es dictada desde los centros de poder político y económico, y se soslaya la diversidad de perspectivas locales y regionales.
A continuación, los casos de concentración más representativos en América Latina.
Argentina: Grupo Clarín
En 1977, a cambio de apoyo mediático a la dictadura militar, Grupo Clarín adquiere, junto con los diarios La Nación y La Razón, el dominio de Papel Prensa S.A, la principal fábrica productora de papel de Argentina. En la década de los 80’s, Clarín era el mayor distribuidor de diarios en hispanoamérica, alcanzando los 900 millones de dólares en ganancias. El crecimiento del grupo ocurrió durante el periodo presidencial de Carlos Menen, en la década de 1990, cuando el grupo adquiere Canal 13 y Radio Mitre, los diarios Los Andes y La Voz del Interior, el canal de cable MultiCanal y crea las señales de televisión Todo Noticias y Volver.
En el año 2000, el Grupo Clarín se haría con el diario La Razón. En el 2006, el Grupo Clarín tomó Cablevisión. Esto permitió que este cableoperador se convirtiera en uno de los más populares con más de 3 millones de suscriptores, el 56% del mercado. Actualmente el conglomerado tiene una posición hegemónica en el mercado. Cuenta con 4 emisoras radiales y con una participación accionaria total o parcial en 16 canales de televisión de señal abierta y paga. Posee 12 revistas y seis diarios impresos tanto en la capital como en el interior.
Brasil: Globo
La expansión del conglomerado mediático O’Globo tuvo inicio en la década de 1960 gracias a su ingreso al mercado televisivo. Con apoyo del diario hacia la dictadura de Castelo Branco, protagonista del golpe militar de 1964, el medio brasileño empezó a recibir financiamiento de capitales estadounidenses, pese a la prohibición existente por parte del gobierno militar de que los medios de redifusión no tengan participación del capital extranjero.
De ese modo, a través de Globosat, O’Globo tiene el control de cinco canales de televisión paga: Globo News, GNT, SportTV, MultiShow, Gloob y Viva, además de una red de 105 estaciones asociadas. Además, cuenta con ocho emisoras propias, entre ellas Radio Globo, CBN, Sound y BHFM, y 90 estaciones asociadas.
El grupo posee cuatro diarios: O’Globo, Extra, Expreso y Valor Económico. A su vez tiene 16 revistas con cerca de 340 mil ejemplares vendidos semanalmente. El Grupo O’Globo posee una mayor audiencia que los otros cuatro grupos de medios brasileños.
México: Televisa
El Grupo Televisa es propiedad de la familia Azcárraga y es la empresa de multimedios más grande de habla hispana. Su crecimiento se debió a sus estrechas relaciones con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), partido que gobernó México durante casi todo el siglo XX. Es a partir de este vínculo que desde la década de los años 60’s, Televisa comienza su imparable crecimiento.
Actualmente Televisa controla el 60% de la televisión paga, a través del holding de Sky. En la televisión abierta tiene la propiedad de cuatro canales y 18 emisoras de televisa regional. También cuenta con 22 señales de televisión, por cable en México y cinco más en Estados Unidos. Además, tiene el control de 104 estaciones radiales, de las cuales 17 son propias y 87, afiliadas.
Chile: Grupo El Mercurio y Copesa
El mercado de medios de prensa escrita en Chile se encuentra dominado por el Grupo El Mercurio y el Consorcio Periodístico de Chile Sociedad Anónima (COPESA). Ambos controlan el 80% del mercado, tanto nacional como regional. El primero, de propiedad de la familia Edwards, posee cuatro empresas a través de las cuales controla una gran cantidad de diarios. El segundo se trata un conjunto de cinco empresas accionistas.
A través de El Mercurio S.A.P, la Sociedad Periodística El Norte S.A, el El Mercurio de Valparaíso S.A.P y la Sociedad Periodística Araucaria S.A, la familia Edwards tiene bajo su control 21 diarios entre nacionales y regionales. Por otro lado, COPESA tiene bajo su control dos diarios de circulación nacional, La Tercera y La Cuarta. También es dueña de los periódicos zonales La Hora y la Hora de la Tarde y la revista Qué Pasa.
Guatemala: Albavisión
El Grupo AlbaVisión, cuyo propietario es el mexicano Remigio Ángel Gonzales, y a través de sus cuatro empresas —Radio Televisión S.A., Tele Once S.A., Trecevisión S.A. y Televisiete S.A— tiene el control de 33% del mercado de la radiodifusión y posee el 46,6% de las frecuencias de televisión del país. A cambio de propaganda y de cobertura favorable a la clase política de turno, Albavisión logró acaparar un gran número de frecuencias del espectro radioeléctrico y de contratos de publicidad estatal. El grupo tiene bajo su control las licencias de los canales de señal abierta canal 3, canal 7, canal 11, canal 13 y TN23. Asimismo, posee 11 emisoras radiales.
Por otro lado, Remigio Gonzales está posicionado en distintos mercados latinoamericanos. Está presente en 11 países , en los cuales es propietario de 35 canales de televisión, 114 estaciones de radio y dos periódicos.
Perú: El Comercio
El Grupo El Comercio, de la familia Miroquesada, acapara el 80% del mercado de diarios impresos en el Perú. Desde el año 2013, tras la compra del 54% de las acciones de Epensa, la empresa periodística de la familia Agois-Banchero, el grupo se hizo con el control de los diarios Correo, Ojo, El Bocón y Ajá. En el 2021, la Corte Superior de Justicia de Lima emitió una sentencia en primera instancia en la cual declaró nulo el contrato de compra de acciones. De este modo, resolvió que se vulneraron los derechos a la libertad de expresión e información dispuestos en la Constitución y en la Convención Americana de Derechos Humanos. Posteriormente esta sentencia sería anulada.
Buscando soluciones
El fenómeno de la concentración mediática en América Latina esta inserto en un proceso mundial de centralización de la producción de los contenidos, en las cuales las grandes corporaciones –hoy propietarias de medios de comunicación– tienen alta incidencia e influjo en las agendas periodísticas. Este escenario se torna cada vez más inhóspito para el ejercicio de un periodismo independiente. Actualmente las plataformas virtuales y las redes sociales se han convertido en un reducto alternativo, de refugio y de resistencia, sin embargo, aún están lejos, en cuanto a capacidad de influencia, del poder de los grandes diarios y cadenas de televisión de alcance global.
Ante esta situación, es la arena política de cada uno de los países un espacio de lucha por alcanzar una mayor regulación en los procesos de fusión y adquisición, empezando por la creación o fortalecimiento de instituciones eficientes y destinadas a dicha tarea. Además, desde diversos sectores de la sociedad civil se debe promover una legislación que garantice y fiscalice el uso democrático y equitativo de las cuotas de mercado y de los espectros electromagnéticos, los cuales son bienes públicos, por parte de las empresas de la comunicación.
Fuente portada: ATTAC Barcelona