Cuando el miedo está en casa

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América Latina y el Caribe presenta los índices más altos a nivel mundial de violencia. Desde la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), dieron a conocer que a finales de 2018, hubo alrededor de 3500 feminicidios en la región.

En medio de la pandemia mundial por el SARS-CoV-2, los países adoptaron distintas medidas para apaciguar los contagios. En América Latina, el problema se centró en buscar estrategias para evitar el colapso de sus sistemas de salud, como la restricción de la circulación, el aislamiento social, y el cierre de fronteras, entre otras.

En este contexto desfavorable, han aumentado las violaciones hacia los derechos de las mujeres. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) afirma que América Latina y el Caribe está entre las regiones más violentas del mundo. En este sentido, desde el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe se ha dado a conocer que, a fines del año 2018, hubo alrededor de 3500 feminicidios en la región.

La institucionalización de la cultura patriarcal

El tipo de organización de las  sociedades latinoamericanas es  patriarcal, pues se basa en la construcción histórica y cultural de relaciones de poder desiguales reflejadas en los roles de género. En rigor, estas se justifican mediante supuestas diferencias biológicas entre mujeres y hombres. Así, la cosmovisión patriarcal se ha ido institucionalizando a través del tiempo. En la división sexual del trabajo, las mujeres quedan relegadas al ámbito doméstico, es decir, se les asigna como propias la responsabilidad de las tareas domésticas, reproductivas y de cuidado. 

Marta Lamas (2007) expresa que para situar las violencias de género es necesario pensar que: ”Sólo mediante la crítica y la desconstrucción de las creencias, prácticas y representaciones sociales que discriminan, oprimen o vulneran a las personas en función del género es posible  reformular, simbólica y políticamente, una nueva definición de la persona. Un ser humano no debe ser discriminado por el  género. El género es cultura, y la cultura se transforma con la intervención humana.” 

Por consiguiente, es lógico entender que las violencias de género se dan a la luz de una cultura patriarcal que legitima la desigualdad sistemática entre mujeres y varones. Así, el abandono por parte de las mujeres de estas posiciones de sumisión y dependencia -familiar, económica, laboral y sexual-, que tradicionalmente le fueron asignadas, puede exacerbar la violencia. Es importante aclarar que, en la distribución de roles, los hombres son también afectados; se los tiende a sobrevalorar, sobre exigir e infra proteger, mientras que a las niñas y mujeres se las tiende a infravalorar, infra estimular y sobreproteger.

Diana Maffía sostiene que la violencia de género se define por las relaciones desiguales de poder que subordinan a las mujeres, y por las relaciones patriarcales que hacen de las mujeres (y los hijos e hijas) propiedad de los varones. Cuando una mujer se rebela frente a esta normalidad, la respuesta es la amenaza, la violencia y la muerte. Un varón puede sufrir violencia e incluso ser asesinado, pero esto no ocurre en una cultura que legitima relaciones desiguales de poder, sino todo lo contrario. Es violencia, mas no es violencia de género.

Las violencias de género contra las mujeres son un problema histórico. La violencia en cualquiera de sus formas es una vulneración de derechos que implica múltiples consecuencias negativas. Anteriormente, se concebía a la violencia de género como un problema intrafamiliar, por tanto no se debía interferir, naturalizando la violencia sobre las mujeres y la subordinación de estas hacia el hombre dentro de la esfera privada. La perpetuación de este pensamiento, a saber ‘’ver al problema como un asunto personal’’, sólo provoca que aumenten las víctimas, omitiendo el hecho histórico de desigualdad entre hombres y mujeres. 

Estrategias gubernamentales contra la pandemia y las mujeres

El confinamiento estricto en algunos países latinoamericanos, como Argentina y México, impactó sobre el número de casos de violencia doméstica y femicidios. En medio del aislamiento, mujeres, niños y niñas se ven en una mayor situación de vulnerabilidad, en la cual pedir ayuda es aún más difícil ya que comparten el mismo espacio que su agresor, teniendo este último mayor poder y control.  

En Argentina, durante los primeros seis meses del año vigente,  se han cometido 181 femicidios, estimando que una mujer es asesinada cada 23 hs. Así mismo, se muestra un aumento del 20% de denuncias vinculadas a violencias de género, tras la sanción del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). Se recibió un total de 53.081 comunicaciones totales a la Línea 144 desde el 20 de marzo al 31 de agosto de 2020. En la mayoría de los casos, las personas aludieron haber sufrido violencia psicológica por parte de su agresor.

Las estadísticas exponen que el 89% de casos responde a la modalidad de violencia doméstica, el 67% refirió haber atravesado una situación de violencia física, el 36% de las  victimas afirma haber estado en una situación de violencia económica, el 13% manifestó haber sufrido hechos de violencia sexual y el 14% de los casos registraron el uso de un arma de fuego o punzocortante. En cuanto a las víctimas, el 98% de los casos son mujeres y el 62% tienen entre 15 y 44 años. Por otra parte, el  91% de los agresores son varones, en su mayoría son pareja o ex pareja de la víctima.

El gobierno durante el confinamiento optó por una serie de medidas entre las que se destacan la articulación conjunta entre organizaciones sindicales y universitarias que pusieron a disposición hoteles y otros lugares de alojamiento para poder albergar a las víctimas, la conformación de un Comité de Seguimiento de la situación de las mujeres y personas LGBTI+ en situación de violencia por motivos de género, y la incorporación de las damnificadas al programa Potenciar Trabajo para acompañarlas desde la asistencia social y económica. Igualmente, mediante la iniciativa “Barbijo Rojo”, se distribuyó una guía de actuación con pautas y criterios para que los farmacéuticos puedan actuar ante la solicitud de personas en situación de riesgo. 

En los primeros días de septiembre, conmocionó al país el asesinato de Ludmila Pretti, en Francisco Álvarez (localidad de Moreno), provincia de Buenos Aires. Ante ello y el aumento desmedido de casos, el gobierno lanzó el Programa Acompañar, destinado a ayudar económica y psicológicamente a las víctimas por violencia de género. El subsidio es el equivalente a un salario mínimo, vital y móvil, que tiene como objetivo promover la autonomía de las mujeres y LGBTI+, mediante el apoyo económico durante un período de seis meses.

Los datos que dio a conocer las Naciones Unidas en México son desgarradores. Entre enero y junio del 2020 han sido asesinadas 1932 mujeres. A su vez, hubo unas 610.446 denuncias de violencia al 911, en lo que va del año un  aumento del 45.08% con respecto al 2019.  México es uno de los epicentros de la violencia de género y más de la mitad de los casos corresponden a crímenes organizados. Estos crímenes se relacionan a los cárteles, organizaciones ilícitas de gran poder que llevan a cabo actividades criminales, principalmente el narcotráfico.  Las víctimas son secuestradas y luego ejecutadas por sicarios, utilizando la violencia contra la mujer como armas de guerra a efectos de enviar mensajes de venganza (generalmente a hombres) en sus cuerpos fríos. La Plaza Garibaldi en el centro de la Ciudad de México es uno de los lugares más violentos de la ciudad, donde se reúnen peligrosos grupos delictivos. 

María Salguero es una ingeniera geofísica originaria de Ciudad de México que, debido a la cantidad de asesinatos de mujeres en el país, elaboró un mapa que registra el número de femicidios y las distintas causas. Así mismo, afirma que existen tres factores que influyen en el incremento de la violencia contra las mujeres: la desigualdad, la recompensa y que la mujer es utilizada como arma de guerra.

Las respuestas del mundo 

Iniciativa Spotlight

Como consecuencia al aumento de casos de violencia de género y fiminicidios, las Naciones Unidas y la Unión Europea, lanzaron la Iniciativa Spotlight; una alianza global y plurianual orientada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas. La campaña lleva ese nombre a fin de darle ‘’foco’’ (spotlight en inglés) a la violencia que, en muchos casos,  se esconde o se niega por miedo o vergüenza. El principal inversor es la Unión Europea, que desde el momento cero destinó 500€ millones para impulsar la iniciativa. El dinero de todos los aportantes es canalizado hacia un fondo en común, el cual se invierte posteriormente en programas orientados a  la igualdad entre los géneros y la eliminación de la violencia en la vida de las mujeres y niñas. 

Los programas se apoyan en 6 pilares:

I) Leyes y políticas

Promover leyes y políticas para prevenir la violencia, la discriminación y abordar la impunidad en el accionar en todos los niveles de gobierno; prestar asistencia técnica y creación de capacidades; garantizar la participación activa y significativa de las mujeres. 

II) Instituciones

Fortalecer los gobiernos nacionales y las instituciones regionales al informar mejor los responsables de la toma de decisiones; elaborar planes de acción nacionales plenamente financiados sobre la eliminación de la violencia contra las mujeres y niñas; promover ministerios sensibles al género; garantizar la vinculación entre las instituciones en torno a los temas de migración, discapacidad, pobreza, etnia, edad, ubicación, educación, violencia y conflictos generales.

III) Prevención

Promover la equidad de género en las normas sociales, las actitudes y los comportamientos mediante estrategias de prevención basadas en la comunidad; la movilización de mujeres, niñas, hombres y niños a nivel comunitario; la programación entornos educativos formales e informales; incorporar a hombres y niños.

IV) Servicios

Facilitar servicios esenciales de alta calidad para los sobrevivientes de la violencia al garantizar servicios proporcionados que cumplan las normas mundiales; incrementar la capacidad de los proveedores de servicios; mejorar la coordinación y la cobertura de los proveedores de servicios.

V) Datos

Mejorar la calidad, la precisión y la disponibilidad de datos sobre violencia contra mujeres y niñas al mejorar la capacidad de las oficinas nacionales de estadística; mejorar la presentación de los datos para servir de base a la toma de decisiones; usar datos para guiar el seguimiento de programas.

VI) Los movimientos de las mujeres

Promover el establecimiento de movimientos fuertes y empoderados de la sociedad civil y movimientos de mujeres autónomos de mujeres al propugnar por leyes y políticas que protejan la participación de grupos autónomos de mujeres; asegurar la participación de la sociedad civil en la planificación del desarrollo; desarrollar la capacidad de las organizaciones de la sociedad civil; implementar mecanismos innovadores de financiación; fortalecer las oportunidades de asociación y creación de redes de la sociedad civil.

Agenda 2030

Desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) tomaron la iniciativa de apoyar a los países de la región en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, donde uno de los pilares es la igualdad de género.  El proyecto tiene como objetivo brindar a los países nuevas herramientas para favorecer el diálogo entre los sectores y trabajar en el diseño de políticas públicas con enfoque de género desde su génesis, incorporando la interlocución con la sociedad civil organizada y el sector privado. Por otra parte, la asistencia técnica y reuniones en el marco del grupo de estadísticas de género de la Conferencia Estadística de las Américas de la CEPAL, asiste a los países de la región, para que realicen el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y den cuenta de los avances y desafíos para la igualdad de género utilizando estadísticas e indicadores de producción oficial.

La violencia de género en la región es un problema que debe ser erradicado, pero el trasfondo central es la persistencia de la desigualdad entre hombres y mujeres. Los programas de ayuda material que brindan autonomía a las mujeres, como las políticas de empoderamiento, no son suficientes. Es necesario la implementación de programas educativos con perspectivas de género, como el programa SKOLAE (implementado por el gobierno de Navarra, España), ya que la educación es un pilar fundamental en el desarrollo de las personas. Por lo tanto, es de vital importancia que se enseñe desde las escuelas  cómo vivir en igualdad.

Julieta Vivares

Julieta Vivares tiene 21 años, es estudiante avanzada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires, Argentina. Una de sus grandes inquietudes, son las problemáticas sociales, por ello participó en el año 2019 como voluntaria en AIESEC, una organización global, sin fines de lucro que incentiva a jóvenes a ser voluntarios en proyectos vinculados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

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