Cuando desde Occidente oímos nombrar a la República Popular China, generalmente se enmarca en la discusión acerca de su economía en crecimiento y su posicionamiento en el plano internacional. Sin embargo, existe una diversidad de cuestiones de relevancia que suceden al interior del gigante asiático y cuyos detalles desconocemos profundamente. Una de estas cuestiones es el rol que tiene la mujer en esta gran potencia.
Las mujeres chinas en la actualidad
Las mujeres chinas que se radican en los principales centros urbanos hoy en día ponen el foco en el desarrollo de sus carreras profesionales, asumiendo importantes cargos laborales y haciendo así a un lado la idea de convertirse en madres full-time e incluso de contraer matrimonio. Saben que la maternidad implica circunscribirse al interior del hogar para encargarse de la crianza de sus hijos sin apoyo alguno por parte del cabeza de familia (el hombre).
Esta no constituiría una problemática si el gobierno brindara ciertas facilidades para que las mujeres tuvieran la doble posibilidad de ser tanto madres como profesionales; pero no es el caso. Por el contrario, hay un fuerte desincentivo laboral en contratar mujeres que tienen hijos, pues sus permisos de maternidad duran meses y ello se traduce en una pérdida para las empresas. Así, la discriminación laboral, el elevado costo de vida y de la educación infantil, así como las largas jornadas de trabajo, resultan sólo algunos de los condicionantes que enfrentan las mujeres chinas, las cuales se ven obligadas a elegir qué tipo de vida optarán por tener.
En este sentido, la renuencia de las mujeres a tener hijos preocupa al Partido Comunista Chino (PCCh), ya que la tasa de natalidad ha caído de manera drástica. Esto significa que la sociedad está envejeciendo y, de continuar así, no habrá jóvenes que mantengan el nivel productivo que el país quiere y necesita. Es por ello que se han encargado de diseñar y difundir propaganda a lo largo y ancho del país, con el fin de incentivar a las mujeres a permanecer en el hogar y abocarse a criar a sus hijos.
Si esta campaña surtiera efecto, implicaría un verdadero retroceso para la totalidad de las mujeres, quienes tras superar ciertos obstáculos —y aún conviviendo con algunos de ellos— han logrado escalar y posicionarse en el ámbito laboral y profesional y alcanzando a contribuir con un 41% al Producto Bruto Interno del país en el año 2015. El fomento del antiguo rol tradicional de la mujer por parte del gobierno podría traerle a la República Popular China muchos más problemas que soluciones.
¿A qué nos referimos cuando hablamos del rol tradicional de la mujer china?
Los valores tradicionales que caracterizan a la sociedad china encuentran su fundamento en el confucianismo, ideología que adora a la familia como la institución encargada de garantizar y mantener la armonía por medio de derechos y obligaciones. Dentro de este esquema, la autoridad del padre es el pilar que sostiene la estructura entera, siendo el respeto al mismo un aspecto visto como fundamental y necesario. En este sentido, la mujer constituye el eslabón más débil de la cadena.
Dos libros de la antigüedad marcaron con claridad el papel que la mujer china debía cumplir en ese entonces. En “El libro de los mil caracteres para la educación femenina” y “El libro para mejorar a la mujer”, se establecieron las tres obediencias: obediencia al padre y a los hermanos en la juventud, obediencia al esposo durante el matrimonio, y obediencia a los hijos hombres al enviudar; y las cuatro virtudes: la virtud femenina, el habla, la apariencia, y las labores del hogar. Estas eran las únicas cuestiones que le competían a la mujer.
Teniendo esto último en cuenta, el ámbito en donde tradicionalmente se debía manejar la mujer era el hogar, mientras que el hombre podía —sino debía— desenvolverse en los asuntos fuera de él. Por lo tanto, la educación impartida a la mujer giraba en torno a la enseñanza de los aspectos necesarios para desempeñarse en la vida doméstica y la familia.
Por el contrario, a los hombres se los educaba para poseer un gran abanico de herramientas materiales y conocimientos productivos, que no guardaban relación con el manejo de las cuestiones al interior de la vivienda. En rigor, la mujer debía ser sumisa, modesta, paciente, obediente, buena administradora de la economía doméstica y, fundamentalmente, procreadora.
¿Deconstruyendo el papel confuciano de la mujer?
Sin embargo, a comienzos del siglo XX, el panorama comenzó a cambiar con la caída de los Qing, la última dinastía de la China imperial. Así, quedó en evidencia que era necesario un cambio radical y, en pos de ello, las mujeres lucharon para introducir una reforma tanto social como política que fuese más igualitaria. En esa época, los intelectuales cuestionaron fuertemente el papel tradicional que desempeñaban las mujeres, empezando a gestar el ideario de la nueva mujer china moderna y urbana.
Pero el verdadero cambio pareció llegar con la proclamación de la República Popular China en 1949. Mediante la Reforma Agraria y la Ley de Matrimonio, el gobierno comunista buscó deshacer las cadenas que los valores tradicionales habían forjado y que limitaban el desarrollo económico y social del país. De ahí en adelante, difundieron la idea de que el principal objetivo detrás de sus políticas radicaba en lograr la igualdad entre los hombres y las mujeres; en particular, el matrimonio y los asuntos familiares comenzaron a ser considerados temas de relevancia a nivel público y político.
Al observar la trayectoria histórica recorrida por China, se evidencian las idas y vueltas habidas en cuanto a los derechos de las mujeres. De acuerdo a las necesidades del momento, se impulsaron determinadas medidas a favor o en detrimento de ellas. Por ejemplo, el fracaso del “Gran Salto Adelante”, que preveía el trabajo femenino en el sector agrícola para desocupar la mano de obra masculina, conllevó un replanteo de las políticas adoptadas escogiéndose un camino diferente que posicionó a la mujer nuevamente al interior del hogar. Esto fue cuestionado fuertemente durante la época de la Revolución Cultural y aún se problematiza.
En adición a esto, cabe destacar el papel que han jugado tanto la globalización como el internet y las redes sociales en el viraje de los deseos de la mujer urbana. Estas nuevas influencias han conducido a muchas mujeres a llevar adelante un estilo de vida que nada tiene que ver con sus raíces tradicionales de Oriente, sino que se encuentra vinculado a algunas costumbres occidentales. En este sentido, el impacto de las nuevas tecnologías y medios de comunicación ha sido clave en tanto ha permitido que las mujeres tomen conciencia de los derechos que no se les están respetando en el día a día en China.
Con la entrada al siglo XXI, el activismo de las mujeres chinas aumentó significativamente por su amplio nivel de concientización y difusión entre sus círculos. No obstante, los movimientos sociales que han surgido desde entonces no han tomado la forma reaccionaria occidental que conocemos. Lejos de ello, se implementaron actividades destinadas a formar y mejorar el sistema y las instituciones estatales en cuestiones de género y derechos humanos y de la mujer, evitándose consolidar una militancia feminista organizada para apartarse del plano de la seguridad pública y de la vigilancia del extranjero.
La política de Hijo Único
En 1978, el PCCh implementó la política de Hijo Único para controlar la inminente superpoblación que aquejaba al gigante asiático. En sus inicios, esta medida exceptuó a gran parte de las familias que se hallaban en las zonas rurales, a aquellas familias en que los padres no tuvieran hermanos o hermanas, a las pertenecientes a minorías étnicas, e incluso a las familias cuyos primeros hijos fueran discapacitados o, en algunas regiones, mujeres. Al año siguiente a su lanzamiento se otorgó el incentivo de alimento adicional para quienes cumplieran con la política.
Sin embargo, para 1980 el incremento poblacional continuó teniendo tal magnitud que la política de Hijo Único debió expandirse a la totalidad del territorio chino, con el fin de arribar al año 2000 sin aumento de la población. Esto llevó, paralelamente, a una serie de abortos forzados, esterilizaciones, abandono, tráfico y asesinato de niñas y de esposas para evitar la reproducción. Además, desde el gobierno se aplicaron multas a quienes incumplían lo establecido.
A raíz del éxito en la progresiva disminución de la tasa de natalidad, y debido al envejecimiento de la población, en el 2008 se empezó a pensar cómo abandonar esta política de forma gradual para aumentar la cantidad de jóvenes, pero a su vez evitar la superpoblación. Finalmente en el 2015 se puso fin a su vigencia.
El 2021 y las medidas desesperadas del PCCh
Para el gobierno no fue suficiente la suspensión de la política de Hijo Único para incentivar los nacimientos, ya que la tasa de natalidad continuó siendo baja pese al fin de la restricción. En vistas de esto, en el corriente año han permitido la concepción de hasta tres hijos por familia y han difundido propagandas incentivando a las mujeres a retornar a sus roles tradicionales como madres y esposas en el hogar, esperando el incremento de la cantidad de nacimientos.
Por tanto, se han presentado propuestas para reducir la edad legal del matrimonio y promover el estilo de vida familiar desde una temprana edad. Más aún, se han introducido asignaturas escolares vinculadas con estos aspectos tradicionales para una mayor llegada a los más jóvenes. Entonces, se observa un intento de retornar a la mujer a su rol en términos confucianos, ubicándola dentro de un esquema de relaciones productivas y sociales que las priva de los derechos y las libertades conquistadas hasta el momento.
El futuro de la mujer china
¿Volverán las mujeres de esta nación a ocupar su rol tradicional como madres y esposas? ¿Es esa posibilidad irreconciliable con su realidad actual? Pese a la negación por parte del gobierno a aceptar que las mujeres se desarrollen en ambos ámbitos —el profesional y el familiar— y la consecuente falta de condiciones propicias para su concreción, es poco probable que las mujeres vuelvan a tener hoy exactamente el mismo papel tradicional que tenían en el pasado.
Esto se debe a que las mujeres de hoy en día ya no son las mujeres de antes. Aquellas que viven en las grandes ciudades y que están interesadas en su realización profesional y personal no muestran indicios de querer abandonar sus objetivos para convertirse en madres sufridas por el no acompañamiento estatal. No obstante, algunas de ellas sí son sensibilizadas por la presión familiar, pues son juzgadas por su rechazo a la maternidad. Esta situación cambia en las zonas rurales, en donde la globalización y la cultura occidental no han penetrado en profundidad y las mujeres están fuertemente arraigadas a las tradiciones y costumbres familiares.
Por otra parte, cabe preguntarse: ¿hasta qué punto la mujer moderna permitirá que su cuerpo siga estando a disposición de las conveniencias del Estado? Parece ser que con el trabajo que en la actualidad realizan las ONG y las activistas, la difusión de experiencias de otras mujeres en el mundo a raíz de la globalización, y la concientización sobre su historia como mujeres y sus derechos reproductivos, son aspectos que pesan en la vida de las mujeres chinas; mujeres que poseen una mayor variedad y cantidad de herramientas para imponer su voluntad frente al Estado.
Mucho les ha costado enfrentarse a los juicios de la sociedad para posicionarse como sujetos de la economía y la política. En tanto desde el Estado no se provean las condiciones para permitirles maternar en paralelo al pleno goce de sus derechos civiles, nadie podrá convencerlas de que su lugar predilecto es, aún hoy, el hogar.
Muy interesante trabajo!
Pero en la ruleta de la suerte hay mejores datos
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