En estas últimas semanas, la vicepresidenta primera del Gobierno y Secretaria de Igualdad del PSOE, Carmen Calvo, aseguró que su partido está «preparado para traer a este país una legislación» contra la trata con fines de explotación sexual y la prostitución. Una legislación que llega tarde para un negocio ilícito que, tras el narcotráfico y la falsificación, es lo que más dinero mueve del mundo, tal y como declara la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Una actividad mundial, asociada al crimen organizado y a un mercado económico con unas cifras de ingresos que ascienden a miles de millones de euros, y que circula en una dirección similar al tráfico de drogas: del mundo en subdesarrollo al mundo desarrollado.
La prostitución en España
El primer país europeo destino de mujeres y niñas extranjeras víctimas de explotación sexual es España. Esta conexión entre el fenómeno de la prostitución y el de la migración fue una de las transformaciones más destacadas durante las últimas décadas en el país.
La principal causa de la migración es la creencia del migrante de mejorar su situación económica y la de su familia, o, mejor dicho, su propia supervivencia. Para ello es necesario escapar de la represión, de la crisis o guerra que se vive en el país de origen, y rehacer su vida. Y son estas situaciones de irregularidad y vulnerabilidad las que hacen que soporten más la violencia.
Es muy importante tener en cuenta las situaciones de riesgo por las que pasan las personas migrantes en situación irregular en zonas de tránsito migratorio. Las mujeres, y en especial las niñas, son las más expuestas a los peligros de la migración y son víctimas de abusos, violaciones, matrimonios forzados y, a otros riesgos particulares, como la trata de personas y la prostitución.
Tal y como se comentó anteriormente, en España, la prostitución está asociada con la extranjería, siendo un factor clave los problemas económicos y el deterioro del país de origen. El contexto es clave para entender los altos porcentajes de personas extranjeras en ciertos puntos del país.
Por ello, que de las diferentes rutas de explotación sexual: en Andalucía y sus alrededores, por su cercanía, destaca la ruta que conecta con África, principalmente de África subsahariana; en la zona de Levante mayoritariamente predominan mujeres de nacionalidades de Europa del Este, especialmente de Rusia, Lituania y Rumanía; y la que más destaca en Galicia es la ruta que conecta con Latinoamérica, principalmente con países como Brasil, Paraguay y Colombia.
Galicia, por sus características físicas y geográficas, por la facilidad de ocultamiento de las mercancías y por el gran tamaño en el rural, fue una de las puertas de entrada para la droga de Latinoamérica. Esto nos da pie a pensar que estas estructuras criminales, conocedoras de la institucionalidad del territorio, sean también utilizadas para el movimiento de seres humanos.
Dentro de las mujeres migrantes que se dedican a la prostitución en España, podemos distinguir varios grupos.
- Las mujeres que emigran de forma autónoma. Se financian ellas mismas el viaje con una promesa de trabajo. Al no encontrar ese trabajo, entran en prostitución sin que nadie las fuerce a ello. Esto sólo se entiende si se tiene en cuenta la situación particular y global del fenómeno migratorio y las opciones de autonomía económica que promueve la sociedad de acogida y la situación de vulnerabilidad, desigualdad y necesidad. Son identificadas como víctimas de una trata estructural.
- Las mujeres que emigran auxiliadas por individuos que le financian el viaje. De esta manera, las personas migradas tienen con ellos una deuda con elevados intereses y que deberán pagar de forma rápida. Por lo que necesitarán la obtención rápida de recursos, una situación de pobreza y vulnerabilidad extrema.
- Las mujeres esclavizadas por las mafias dedicadas a la trata de mujeres.
Aunque es verdad que no todas las personas en situación de prostitución son objeto de trata, es necesario tener claro que ambas están fuertemente relacionadas entre sí. De hecho, la Comisión Mixta de los Derechos de la Mujer y de la Igualdad de Oportunidades, en 2007, lo reconoció también: “la prostitución y el tráfico de personas son fenómenos ligados y relacionados que no pueden separarse”.
Los expertos intentan distinguir la trata de personas y el tráfico de migrantes, sin embargo, la línea entre las dos es difusa. Un migrante que no puede pagar los costes del viaje y que tiene que trabajar de forma esclava hasta que paga sus deudas es un ejemplo de la dificultad a la hora de distinguir estos fenómenos.
Debate: abolicionismo, prohibicionismo o regulacionismo
Contra a la prostitución, el sistema penal de España adopta una posición de alegalidad, es decir, no se encuentra regulada ni constituye por si sola delito alguno. Únicamente se consideran delito determinadas actividades dirigidas a la explotación de la mujer. Esto deja importantes vacíos y delega todo el peso en ONGs, como Médicos del Mundo, en la protección de los derechos humanos de estas personas.
Frente a la prostitución, se plantean tres posibles soluciones: abolicionismo, prohibicionismo o regulacionismo.
El abolicionismo es una corriente anti-prostitución que sostiene que la prostitución es violencia de género y que el problema radica en la demanda, poniendo el foco en los puteros y promoviendo su criminalización. Tiene la visión de que las mujeres son forzadas en mayor o menor grado, sin ser conscientes de esto, que no existe prostitución sin trata, y se concibe como la esclavitud del siglo XXI. Por su parte, el prohibicionismo comparte el objetivo del abolicionismo, pero centra su persecución en las personas que ejercen la prostitución.
El regulacionismo defiende la prostitución como un trabajo y defiende los derechos de las personas que la ejercen voluntariamente. Denuncia que las prostituidas están totalmente desprotegidas, que cobran en negro, sufren muchos episodios de violencia machista y están expuestas a todo tipo de enfermedades. Por eso, el regulacionismo reclama, para quien la ejerce, los mismos derechos que cualquier otro trabajo.
Para comenzar, cabría mencionar el reconocimiento por parte de la Plataforma de Acción de Beijing, en la IV Conferencia de Naciones Unidas sobre la mujer, “los derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a tener el control y a decidir libre y responsablemente sobre su sexualidad, incluida la salud sexual y reproductiva, libre de presiones, discriminación y violencia”. Entre los derechos específicos de las mujeres acordados en la Asamblea General de las Naciones Unidas titulada la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, está el artículo 6: “Los Estados Parte tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer”.
También habría que tener clara la definición de libertad sexual, libre elección y voluntariedad. La libertad sexual es entendida como el derecho a la libre elección sexual del individuo, siendo este el único y absoluto dueño de su cuerpo, pudiendo hacer con él lo que quiera, no sólo compartirlo a su voluntad, sino seguir la tendencia sexual que le preste, aceptar o rechazar las propuestas no deseadas.
Es necesaria una relación de igualdad y voluntariedad. Por tanto, en la expresión de libertad sexual no cabe una relación comercial, pues constituye en si misma una situación de abuso, de necesidad económica, violencia, de cultura sexista y patriarcal, y una forma de esclavitud que tiene consecuencias muy graves en la salud física y psicológica de quienes ejercen.
La prostitución, así como otras formas de explotación sexual, suponen la reducción máxima de la persona a un mero objeto. Esto hace que aumente la probabilidad de que reciba un trato vejatorio y violento. Según el sociólogo Manuel Castells, «el nuevo capitalismo hizo posible la transformación de la prostitución en una gran industria interconectada en forma de red, vinculada a la economía criminal y con poderosos brazos en otros sectores económicos».
En definitiva, la prostitución es mantenida a través de la fuerza premeditada y abuso físico, así como el machismo y la violencia de género, violencia física, sexual y psicológica contra a mujer. Todo ello, como consecuencia de desventajas económicas, engaño o extorsión, chantaje, manipulación y marginación, así como el abuso sexual y emocional previo. También, que esta es realizada por hombres, entre los que destacan los puteros o mal llamados “clientes”, los cuales se aprovechan de una situación de clara vulnerabilidad y quedan impunes al realizar todo tipo de abusos.
Mitos sobre la prostitución
MITO N°1: “Hay gente que se prostituye porque quiere. Y es verdad, existe ese placer de prostituirse a cambio de dinero. ¿Por qué es malo que un pobre se prostituya para ganar dinero y seguir adelante? La otra opción cuál es, ¿que se muera de hambre? ¿O que le ayude el Estado con una ayuda para toda la vida?”
¿Hay gente que se prostituye porque quiere, incluso cuando esta ha comenzado a ejercerse en la infancia, o como modo de supervivencia ante la falta de recursos de todo tipo? Esto es lo que ocurre en la inmensa mayoría de las mujeres migrantes que se encuentran en situación de prostitución.
Nadie puede ejercer la prostitución de forma voluntaria. Como se dijo anteriormente, la persona que se encuentra en una situación de prostitución lo hace para salir de una situación de vulnerabilidad económica extremadamente complicada en sus respectivos países de origen.
Por tanto, como señala Cristina Vasilescu, criminóloga y profesora de derecho penal en la Universidad de Girona, el argumento principal es que “si lo hacen por dinero o por causas de necesidad económica, no se prostituyen voluntariamente”.
La necesidad nos puede llevar a situaciones extremas, puntos donde no cabría la afirmación de “yo con mi cuerpo hago lo que quiero”, pues nadie lo desea. Situaciones que únicamente afectan a personas en estado de necesidad económica, como forma de supervivencia y que se encuentra en situación de vulnerabilidad. Un trabajo en el que tú eres el producto, no es un trabajo.
¿Existe placer al prostituirse? Allí donde las personas renuncian a sus deseos en beneficio únicamente de dar cumplida satisfacción a los deseos del putero; donde se ven obligadas a realizar prácticas sexuales no deseadas sin protección; y donde tienen que aguantar todo tipo de violencia, no hay placer. Una situación de vulnerabilidad, de desventaja social y de cosificación, donde las mujeres se ven obligadas a intercambiar sexo por dinero para poder sobrevivir. La visión de la persona que ejerce es un mero objeto de intercambio supone un alto deterioro de su calidad de vida, su salud y una vulneración de sus derechos como persona.
MITO N°2: “La prostitución es la profesión más antigua de la historia”
Una afirmación falsa que se utiliza como un fenómeno propio de la naturaleza, inevitable, aceptado y extendido por la sociedad. Como un hecho con el que debemos convivir porque escapa de nuestras manos. La prostitución surge de la falta de libertad y se podría considerar la moderna esclavitud.
Una esclavitud que destroza la salud de las que se encuentran en esa situación: padeciendo enfermedades de transmisión sexual; problemas psicológicos que intentan remediar con alcohol y fármacos con el fin de evadirse de la situación en la que se encuentran; así como dolores abdominales, gastritis e infecciones vaginales y bucales. Y es que la prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, ni tampoco una actividad económica contractual entre mujer prostituida y varón demandante, sino una relación de poder y explotación sexual, tal y como afirma la pensadora feminista Rosa Cobo.
Y como afirma el Institut Universitari d’Estudis de la Dona: “si se regularizase la prostitución como un trabajo, supondría asumir que es una alternativa laboral aceptable para las mujeres más pobres”
MITO N°3: “El cuerpo es mío y yo hago con él lo que quiero. Y aparte el hecho en sí de tener sexo, no es algo malo, ¿no? ¿Y por qué por ponerle un precio se convierte en algo malo? ¿Por qué es malo vender tu cuerpo? Tú cuando trabajas también estás vendiendo tu cuerpo. Una persona que se dedique a limpiar casas probablemente no quiera, pero lo hace porque no le queda otra”.
Ante esto Amelia Tiganus, activista feminista y víctima de trata, lo explica muy bien: vender un producto no es lo mismo que tu propio cuerpo sea el producto. Como se explicó antes, nadie se dedica a la prostitución por propia voluntad. No existe ese universo donde las mujeres quieren prostituirse libremente, pues, como manifiesta la filósofa y feminista Amelia Valcárcel, “un individuo libre nunca querría ser un esclavo”. Las mujeres entran en prostitución como resultado de desventajas económicas, engaño o extorsión, chantaje, manipulación y marginación, así como el abuso sexual y emocional previo.
Reflexión final
Todas estas frases, aunque parezcan irreales o de otra época, fueron extraídas mayoritariamente de un grupo de discusión entre hombres de 18 y 25 años realizado en 2019 en España. El mantenimiento de estos y otros muchos mitos refuerza y contribuye a mantener el dominio de los hombres sobre las mujeres, así como a paralizar el debate sobre la prostitución.
Consecuentemente, es necesario escribir muchos más artículos con la visión puesta en la gente joven para romper con el estigma social, señalando que la persona que ejerce prostitución no es ningún objeto ni persona que no está allí por voluntad propia. Una persona, en definitiva, que está pasando por una situación terrible y de extrema vulnerabilidad. Es importante narrar la exposición de violencia a la que están expuestas las personas que ejercen prostitución, donde los problemas no los tienen los puteros, sino las que lo ejercen; que no son un producto en venta o alquiler, creado por y para el uso y disfrute del hombre.
Debemos decidir si, en pleno siglo XXI, nuestras sociedades amparan la esclavitud sexual o deciden abolirla. También concienciar y sensibilizar a la población, especialmente a los más jóvenes, sobre la realidad detrás de las imágenes más inocentes del mundo de la prostitución, o del mundo que nos pretenden vender. Tomar medidas para educar a la ciudadanía en la consecución real de la igualdad, donde no hay lugar para la prostitución, es vital.
Portada: Ilustrador Juan Fender
Un punto de vista que ojalá muchos hombres tuviesen. Gracias por compartir.