Una segunda vuelta polarizada: Castillo y Fujimori

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Pedro Castillo ha sido proclamado presidente electo del Perú por el Jurado Nacional de Elecciones y se ha impuesto a Keiko Fujimori por 44,263 votos en la segunda vuelta electoral, según el conteo oficial al cien por ciento del Organismo Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y tras la resolución de los recursos de nulidad y las respectivas apelaciones resueltas por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) presentadas por Keiko Fujimori. La candidata por la agrupación política Fuerza Popular ha sido derrotada por tercera vez consecutiva en una contienda electoral y desde hace varias semanas ha emprendido una feroz campaña para denunciar un supuesto “fraude”, al estilo Donald Trump en Estados Unidos. Esto con la finalidad de quitar legitimidad al proceso y desconocer los resultados de las urnas, los cuales podrían incluso determinar su futuro judicial.

La primera vuelta electoral se caracterizó por un alto grado de indiferencia ciudadana y una alta dispersión del voto, y, por otro lado, la segunda vuelta fue la más polarizada en la historia reciente del Perú. Todo el proceso electoral se dio en el marco de una creciente desconfianza de la población hacia los partidos políticos, generada, en parte, por el escándalo de los casos de corrupción “Lava jato” y “Lava Juez”, ambos destapados durante el último quinquenio. Esto llevó a que ex presidentes, ex altos funcionarios y empresarios sean investigados por corrupción y lavado de dinero. Así mismo, un alto grado de inestabilidad política ha causado que el país llegue a tener cuatro presidentes en cinco años. Sumado a esto, la crisis económica originada por la Covid-19 hace el escenario político peruano profundamente incierto, además de un aumento de la pobreza en un 30%.  

Los dos bandos minoritarios y la mayoría al centro


Fuente: Statista

Tanto Pedro Castillo como Keiko Fujimori obtuvieron en la primera vuelta 18,921% y 13,407% respectivamente de los votos válidos. Sin embargo, si tenemos en cuenta los votos emitidos al considerar la totalidad del padrón electoral, es decir, de todas las personas hábiles para votar en el país, el porcentaje se reduce notablemente: 15.382% para Castillo y 10.900% para Fujimori. Entonces, de 25.287.954 de electores hábiles, ambos candidatos representan solo a 4.655.514 de ciudadanos.  

Debido a la baja representatividad de ambos, aquellos números no les hubiesen bastado para alcanzar los dos primeros lugares en cualquier otra elección en el pasado reciente. En los procesos electorales del 2006, 2011 y 2016, los dos candidatos que llegaron a segunda vuelta obtuvieron una cantidad de votos emitidos que oscilaba entre el 17% y el 32%; porcentajes que sí expresan una mayor representatividad. 

Los factores más determinantes que volcaron a Pedro Castillo y a Keiko Fujimori hacia la segunda vuelta fueron la pandemia, la amplia oferta de candidatos en primera vuelta, la fuerza organizativa del partido de Keiko Fujimori y el voto de insatisfacción canalizado hacia Castillo. En primer lugar, la pandemia y la arrasadora segunda ola de Covid-19 generaron un ausentismo del 30%. Asimismo, si a esto se le añade la cantidad de votos blancos y nulos que equivalen a un 18% del padrón electoral,  se concluye que un 48% de ciudadanos hábiles para votar no eligió a ninguno  de los 18 candidatos. 

En segundo lugar, la atomización del voto en los espectros políticos tanto de la derecha como de la izquierda fue concluyente. El bloque de la derecha presentó once candidaturas y el de la izquierda, a grandes rasgos, siete. Dieciocho aspirantes a la presidencia causaron que el voto se diluya y que la mayoría de la población quede atrapada entre dos opciones que no las representaban según los resultados electorales mencionados anteriormente.  

En tercer lugar, Fuerza Popular, la plataforma política de Keiko Fujimori, es un partido con presencia nacional y con gran arraigo en sectores populares. Es una maquinaria política construida sobre la base social gestada en el decenio de Alberto Fujimori y ubicada preponderantemente en la costa norte del país y en regiones de la selva. El manejo político de esta organización ha mostrado eficiencia: en las últimas tres contiendas electorales ha llevado a Keiko Fujimori a segunda vuelta. 

Finalmente, Pedro Castillo obtuvo la mayor cantidad de votos en la sierra sur del Perú, espacio geográfico donde se encuentran las regiones más pobres. El candidato de Perú Libre supo interpretar y canalizar el descontento causado por la pobreza y la desigualdad de los sectores más postergados del país. 

Los actores

Elecciones en Perú: Keiko Fujimori abraza de nuevo la “mano dura” de su  padre | Internacional | EL PAÍS

Fuente: El País

Keiko Fujimori ha ocupado tradicionalmente el espacio de la extrema derecha. Su propuesta política rescataba las transformaciones económicas neoliberales de la dictadura del patriarca Alberto Fujimori en la década de los años 90´s, pero también negaba la corrupción y los crímenes de lesa humanidad ocurridos en dicho régimen. Además, en la presente carrera electoral, Keiko Fujimori ya cargaba con su propio pasado político: las bancadas parlamentarias que lideró en los periodos congresales 2016-2019 y 2020-2021 se dedicaron a la obstrucción política, al blindaje de políticos, y funcionarios vinculados a los casos Lava Jato y Lava Juez promovieron dos vacancias presidenciales y la caída de dos gabinetes. Paralelamente, Keiko Fujimori cuenta con una acusación fiscal en su contra y un pedido de prisión por treinta años. El Ministerio Público la ha sindicado como la cabecilla de una organización criminal forjada en el interior del partido Fuerza Popular, y se le imputan los delitos de lavado de activos y obstrucción a la justicia. 

El eje de su campaña se centró en la preservación del modelo económico neoliberal y de la Constitución de 1993, redactada luego del autogolpe del cinco de abril de 1992.  De este modo, su discurso político tuvo dos frentes: la defensa del establishment económico y la lucha contra el comunismo o el peligro chavista. Debido al gran antivoto que arrojaban las encuestas, prometió formar un equipo técnico y de gobierno renovado y de amplia base, no obstante, en la práctica reclutó a polémicos y cuestionados personajes que habían participado en el gobierno de su padre.  

Con un estilo de carácter marcadamente asistencialista, prometió la repartición de ostentosos bonos para todas las familias cuyos integrantes hayan fallecido producto de la Covid-19 y la distribución directa del canon minero a los habitantes de los lugares de explotación minera. Ambas propuestas fueron denominadas como populistas por muchos especialistas.      

Foto: De izquierda a derecha, Pedro Castillo y Vladimir Cerrón. Fuente: Informate Perú

Pedro Castillo fue el candidato, en calidad de miembro invitado, de Perú Libre. Un partido autodenominado marxista, leninista y mariateguista, y cuyo ideario programático —escrito por el líder y secretario general del partido Vladimir Cerrón— constaba de un programa de reformas radicales en materia económica. La nacionalización y estatización de los recursos naturales estratégicos, y una política de control de importaciones eran el punto medular. Además, la convocatoria a una asamblea constituyente era el aspecto de la reforma política más resaltante. Dicho plan no tardó en generar pánico en las élites económicas limeñas, en el sector financiero y en las inversiones extranjeras que operan en el Perú. El ala más dura y conservadora de la izquierda peruana había logrado imponer su agenda. 

Vladimir Cerrón posee un estilo autoritario y ha profesado a lo largo de la campaña sus abiertas simpatías por los regímenes de Cuba y Venezuela. Cerrón fue dos veces gobernador regional de Junín y actualmente pesa sobre él una condena con prisión suspendida por el delito de negociación incompatible. Asimismo, tiene abiertas otras 20 investigaciones fiscales. A inicios de año, el JNE lo excluyó de ocupar la plancha presidencial como tercer vicepresidente, debido a  su condena.  Algunos analistas consideran a Cerrón como el poder real detrás de Pedro Castillo, un maestro rural y sindicalista que lideró la huelga magisterial del 2017. 

Castillo hizo una campaña de primera vuelta que pasó desapercibida por los grandes medios limeños. Tuvo un exponencial crecimiento en las encuestas en los últimos diez días y durante la segunda vuelta siempre lideró la intención de voto. Su performance político se caracterizó por la improvisación organizativa y un discurso político insuficiente en materia de propuestas concretas, las contradicciones entre estas eran constantes. Por ejemplo, en un momento señaló que iba a desactivar el Tribunal Constitucional o la Defensoría del Pueblo o que expulsaría a los altos burócratas que él considera que ocupaban cargos dentro de una “planilla dorada”, por los altos salarios percibidos. Sin embargo, se vio obligado a retractarse. Un aspecto que empezó a jugar en su contra fue la ausencia de un equipo técnico que pueda articular y sustentar las inconexas y gaseosas propuestas que Castillo difundió en temas fundamentales como la lucha contra la pandemia y la reactivación económica.  

Pedro Castillo y Verónika Mendoza suscriben acuerdo político y ciudadano |  Noticias | Agencia Peruana de Noticias Andina

Foto: Pedro Castillo y Veronika Mendoza. Fuente: andina.pe                                                                                                                                                         

Sin embargo, tras la alianza con la agrupación política de Juntos por el Perú, liderada por la ex candidata presidencial de izquierda Verónika Mendoza —quien en la primera vuelta había ocupado el sexto lugar—, la propuesta de Pedro Castillo empezó mostrar algunos síntomas de moderación y pragmatismo. Mendoza pertenece a una vertiente más progresista de la izquierda peruana y el aporte de su equipo económico, en especial del economista Pedro Fracke, sirvió para la confección del denominado Plan Bicentenario. Una propuesta programática más actualizada y realista en la que se dejó de lado el plan económico radical del ideario de Vladimir Cerrón, y se optó por promover la libertad de empresa, el respaldo a la inversión privada y extranjera, pero con la intención de aumentar las cargas impositivas en el rubro de sectores extractivos y de promover una mayor participación del Estado en materia regulatoria. 

Los medios comunicación y los estilos de campaña

Apenas iniciada la segunda vuelta electoral, la mayor parte de los grandes medios de televisión y de prensa escrita tomaron una posición en apoyo a la candidatura de Keiko Fujimori. Silenciar todo aquello vinculado al proceso judicial de la candidata, brindarle una cobertura masiva y desproporcionada en detrimento de su competidor, y sindicar a este como una amenaza chavista fue la consigna de gran parte del periodismo. El caso más notorio fue el del Grupo El Comercio, propietario del diario del mismo nombre y que concentra la propiedad de casi el 80% de la prensa escrita nacional, que lideró una campaña que rápidamente fue percibida como exageradamente parcializada. Un estudio de opinión desarrollado por el Instituto de Estudios Peruano (IEP) concluyó que un 59% de encuestados percibía que los principales medios de comunicación favorecían a una candidatura, y de ellos, un 79% consideraba que la cobertura beneficiaba a la candidatura de Keiko Fujimori. 

Además, el Grupo El Comercio es accionista mayoritario de América TV y Canal N, los dos canales más importantes tanto de señal abierta como de cable respectivamente. Una ola de despidos y renuncias de productores y periodistas tuvieron lugar en ambos canales. Ellos denunciaron presiones y censuras por parte de los directivos para apoyar la candidatura de Fujimori. Tras el escándalo, los directivos del Grupo La República, accionistas minoritarios de ambos canales, interpusieron un reclamo al Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana (CPP). Dicho tribunal declaró fundada la queja por vulnerar los principios rectores que garantizan el ejercicio político transparente, equilibrado y objetivo de los medios de prensa.      
Imagen

Fuente: Larepública.pe

La campaña del miedo también estuvo en las calles. Apenas iniciada la segunda vuelta, en Lima y en las principales ciudades del país aparecieron carteles publicitarios que buscaban generar temor en el electorado ante una posible llegada de Pedro Castillo al palacio de gobierno. Mensajes como “Piensa en tu futuro, no al comunismo”, “¿Sabes que el voto en blanco le suma al comunismo?”, “El socialismo nos lleva al comunismo”, “El comunismo genera miseria y pobreza” “Piensa en el Futuro de tus hijos, no al comunismo”. Aún no está esclarecido si esta campaña de propaganda correspondería a una violación del reglamento de financiamiento irregular de campañas políticas. A esta estrategia se sumó el apoyo de casi todo el bloque de los partidos de derecha

El desenlace y la narrativa del “fraude”

En la segunda vuelta, Pedro Castillo obtuvo el 50,126% de los votos mientras que Keiko Fujimori alcanzó 49,874%. Pero no todo terminó ahí. Apenas dos días después del 6 de junio, día de la elección, Keiko Fujimori inició una campaña mediática para denunciar un fraude en la contienda electoral. Esto cuando el conteo de la ONPE ya marcaba una tendencia favorable para Castillo y el conteo rápido desarrollado por IPSOS, al finalizar el mismo día del balotaje, daba como ganador al candidato de Perú Libre. A lo largo de las siguientes semanas, la candidata de Fuerza Popular y personajes políticos allegados pusieron en práctica una estrategia para deslegitimar tanto el proceso como a las autoridades electorales.

 

Fuente: El País

Esta estrategia consistió en presentar recursos de nulidad para 200.000 votos de las zonas rurales más pobres del centro y sur del Perú, lugares donde Pedro Castillo obtuvo una victoria contundente. Keiko Fujimori ha denunciado suplantación de identidades, falsificaciones de firmas y toma de mesas por parte de militantes de Perú Libre. Alegaba que no era posible que hubiera habido mesas de sufragio en las que no se hubiera obtenido ni un solo voto en estas regiones. Sin embargo, no ha mostrado pruebas que validen un fraude sistemático y extendido en las más de 83 mil mesas de votación a lo largo de todo el país.  

Para lograr su objetivo, Keiko Fujimori ha convocado marchas, ha realizado mítines con la campaña “respeta mi voto” y ha movilizado a los sectores acomodados de la clase media y alta limeña, grupos históricamente sin participación política activa en las calles. También ha dejado en claro que su lucha es contra lo que ella considera un asedio del “comunismo”.  Desde esta arena política, actos de hostigamiento hacia las principales autoridades electorales han sido sistemáticos. 

Más aún, existió una carta de ex miembros de las Fuerzas Armadas dirigida a los altos mandos del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas en actividad y los instaba a no reconocer a Pedro Castillo como presidente. Después, se confirmó que muchos de los suscriptores de la misiva habían sido firmantes de un acta de sujeción a Vladimiro Montesinos, el ex asesor presidencial de Alberto Fujimori durante los años de la dictadura y principal responsable de delitos de lesa humanidad y corrupción durante aquel régimen. Hoy Montesinos cumple sus condenas en la prisión de la Base Naval del Callao, no obstante, desde el 24 de junio salieron a la luz unos audios en los que este personaje conspiraba para voltear los resultados electorales. Desde la misma prisión, Montesinos realizaba llamadas a personajes allegados a Fuerza Popular a los que recomendaba sobornar a los magistrados del JNE, actualmente encargados de resolver los recursos de nulidad presentados por el equipo legal de Keiko Fujimori. Finalmente, la mayoría de estos recursos ya han sido declarados infundados.

La narrativa del fraude no ha tenido éxito. Tanto instituciones de observación extranjeras como nacionales han concluido que las elecciones han sido limpias. En el ámbito internacional, la misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE) han certificado la probidad de la contienda electoral. Además, el departamento de Estado de los Estados Unidos calificó a las elecciones peruanas como un modelo de democracia en la región. Del mismo modo, el gobierno de Canadá y la embajadora británica en el Perú han resaltado la transparencia del proceso. En ese mismo sentido se ha pronunciado la Washington Office on Latin America (WOLA). Incluso, IDEA Internacional hizo un llamado a la calma e instó a los actores políticos a no difundir noticias falsas y a respetar la imparcialidad de las instituciones electorales. 

En el ámbito nacional, la Asociación Civil Transparencia, cuya misión de observación electoral tuvo presencia en los comicios del 6 de junio, aseguró que no encontró indicio alguno de fraude; igualmente lo hizo la Defensoría del Pueblo. Finalmente, son tres los estudios estadísticos que señalan que no hay evidencias suficientes de fraude: el de IPSOS, un informe desarrollado por el economista e investigador de la Universidad del Pacífico, Pablo Lavado y el de Walter R. Mebane, del departamento de Ciencias Políticas y Estadística de la Universidad de Michigan. 

El final

Castillo tiene poco menos de 9 días para gestar una comisión de transferencia y configurar un nuevo gabinete ministerial. La ciudadanía y los círculos empresariales están a la expectativa de qué personajes ocuparan los cargos de ministro de economía y de salud. Además, la incertidumbre económica, el aumento del tipo de cambio y la preocupación de los agentes económicos nacionales e internacionales han puesto en la agenda mediática la interrogante sobre la continuidad en el cargo del actual director del Banco Central de Reserva, el economista Julio Velarde, quien ha cumplido un rol fundamental para la estabilidad en la política monetaria del país; labor que ha sido elogiada por instituciones internacionales. Velarde ha sido refrendado en el cargo por tres gobiernos consecutivos y, en las últimas semanas, Pedro Castillo ha manifestado su intención de seguir otorgándole la confianza con la finalidad de generar un clima de confianza y predictibilidad económica en la etapa final de un periodo electoral altamente convulso.

Portada: larepublica.pe

Rodrigo R Jordan

Rodrigo Rojas Jordan tiene 28 años, es comunicador social y periodista por la Universidad de Lima, Perú. Es profesor asistente en el área de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). Dicta los cursos de Comunicación e Historia del Perú del Siglo XX. Ha trabajado en la Biblioteca del Banco Central de Reserva del Perú y también ha formado parte de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea Perú 2020.

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